dibujos de Franz KAFKA
En esta ocasión fueron las hormigas. Llegaron
a la casa esa semana de lluvias anticipándola y sobreviviéndola. Las vimos
andar en el frente de la casa con frenesí, no iban en fila ni llevaban
pedacitos de hojas, andaban en círculos como indecisas, erráticas como el vuelo
de las golondrinas. Después me puse a pensar que tal vez no fue la semana de
largas lluvias quién las trajo sino mi hermana. La estadía de mi hermana en la
casa coincidía con las lluvias. En el vivero cuando preguntamos no supieron que
recomendarnos para eliminarlas, al final trajimos el veneno de siempre. Cuando comenzaba
a caer el sol poníamos la medida de una tapita en el envase del pulverizador y
agua. Era la hora en la que las hormigas como mi hermana enloquecían un poco. Las
hormigas giraban en círculos de diferentes tamaños. Mi hermana volvía sobre los
mismos temas. Que era muy inteligente, que la reconocían por la calle, que a
mamá la habían asesinado. El veneno era efectivo para las hormigas, pero eran
tantas que aunque montábamos guardia como en el servicio militar, cansados nos dormíamos y las hormigas como mi hermana volvían a las andadas. La lluvia
negra del veneno las contenía un tiempo como también el sueño a mi hermana. Las madrugadas dejaron de pertenecerme, me
levantaba para leer y para escribir y sobre la mesa de la cocina encontraba
siempre un par de hormigas y a mi hermana en el living con la mirada fija y
susurrando. Esos días de lucha contra las hormigas nos íbamos a la cama agotados, pero no dormíamos bien, el sueño se nos daba de a pedazos y cuando
algo nos despertaba salíamos al pasillo alterados para ver si había
hormigas y si la puerta de la pieza donde dormía mi hermana estaba cerrada. Al tiempo
seguían las tormentas y la humedad resultaba insoportable y por teléfono nos
llegaban sus gritos y los reproches, pensábamos que estaba por volverse loca.
Amanece mientras escribo estos
acontecimientos que iniciaron cuando mi hermana llegó a la casa y no terminaron cuando se marchó. Las cosas feas
que pasaron ese día y los siguientes resultaron angustiantes, y sentimos alivio
cuando las hormigas dejaron de girar en círculos, no obstante si bien el veneno resultó
ser muy eficaz, todavía sospechamos de algunas hormigas que se asoman con precaución y timidez cuando la casa apaga las luces y van dejando sus cadáveres por ahí, en mesas y en sillones.
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