Hay en la foto de la tapa y contratapa del libro una cierta atracción.
El celeste del cielo y el azul del mar y una mujer caminando por la arena, el
hombro derecho un poco más arriba, y la cabeza apenas ladeada observando quizás
una embarcación. La fotografía no logra que los brazos y las piernas pierdan
esa cadencia que da el caminar con placer.
Una imagen que cruzada por erráticas líneas definen cierta
antigüedad de la foto, y el título del libro simple, pero inquietante.
Novela biográfica pero también con un amplio contenido de
ficción, porque está sostenida por los recuerdos, los de la autora y los de las
personas cercanas a Marta Taboada, la protagonista y madre de quién escribe, y
no son acaso los recuerdos una verdad a medias, o una verdad deseada y
modificada por el deseo y la esperanza, o es una verdad que irrumpe desconocida
y sin precaución, insolente, inclemente.
Aparecida es una novela realista, dura, y también emotiva,
donde la realidad de aquellos años 70 siguió cobrando víctimas con el paso de
los años en los descendientes, en sus memorias y en sus presentes, en los HIJOS
de una sociedad argentina maltratada y despreciada por quiénes se creyeron
dueños de la vida y además de la muerte.
Marta Taboada resultó APARECIDA después de 35 años de no estar,
de saber y de no saber, años de búsquedas e incertidumbres, unos pocos huesos, una polera sin mangas, un
parte diario de un grupo de tareas, una esquina en Ciudadela, y un puñado de balas.