Le digo a mamá que quiero que hoy
nos saquemos una foto, que la veo mejor, pienso que hace dos semanas, era año
nuevo, apenas podía mover las piernas, mamá me mira y su mirada es tranquila y
opaca, sus ojos han perdido el brillo, luego sonríe pero no dice que sí,
tampoco dice que no, al rato llega la número 1, son las 8:35 de la mañana,
según mamá llega tarde, es domingo y mi hermana se va a misa, nosotros seguimos
tomando mate, saludo a la número 1 e intercambiamos algunas frases corteses,
mamá me pregunta por mi trabajo, por mis hijos, yo le pregunto que novedades tiene,
vuelve a mirarme desde la opacidad de sus ojos marrones, empieza a hablar de la
número 2 y después de la número 3, son los números los que ocupan las horas y
los días de mamá, pero lo hace en voz baja porque la número 1 anda cerca, hace
un gesto con cierto disimulo y levanta las cejas, cuando se da cuenta que
entendí vuelve a sonreír con cierta complicidad, la veo pasar a la número 1 que
va de la pieza de mamá al baño y vuelve, parecería que está merodeando nuestra
conversación y como mamá está de espaldas al pasillo no puede verla, evito
decirle que sus temores de ser escuchada son reales, cuando la número 1
desaparece de mi alcance visual pienso que quizás en esos momentos esté
buscando algún billete olvidado por mi hermana, o esté abriendo algún cajón de
la cómoda en la pieza de mamá, hurgando debajo de la ropa que mamá no usa desde
hace tiempo, desde ese día de octubre en el que ocurrió aquello y tuvo que
dejar de usarla, ahora mamá solo usa camisones, tiene un camisón rosa, uno
celeste y otro blanco que es el que tiene puesto mientras esperamos que la
número 1 aparezca en cualquier momento en la cocina donde estamos tomando mate,
me sobresalto cuando la veo de pie en el umbral de la puerta, mamá me mira y se
queda quieta, demasiado quieta, tanto que me recuerda a un lagarto al sol, ni
siquiera continúa con lo que me estaba contando, la número 1 pasa detrás de mí
y sale al patio, pienso que está haciendo su pequeño show de trabajo delante de
mí porque sabe que soy quién paga las horas que trabaja, mi hermana vuelve de
misa, mamá va al baño con la número 1 y yo me voy a la calle, cuando vuelvo las
encuentro a mi hermana, a mamá y a la número 1 conversando, hablan las cosas
que pueden hablar tres personas que tienen cierta intimidad que no es
precisamente lo que hablan las amigas, la número 1 me mira, se pone de pie y se
va, y hay cierto alivio en mamá, almorzamos y después duermo una siesta de dos
horas, me despierto, mi hermana duerme, mamá lee, me dice que ha vuelto a leer,
que primero se fue el agua de las piernas, luego se fue el agua de su abdomen,
al final el agua se fue de los pulmones, mamá no camina, la kinesióloga
especialista en masaje para drenaje linfático dice que tiene miedo a caminar, que
lo intente, yo le digo a mamá que la ignore, también tengo miedo que mamá vuelva
a caminar, que se vuelva a quebrar, ver a mamá sentada en la cama no es un
espectáculo bonito, su cuerpo de por sí menudo parece desaparecer entre los
pliegues del camisón de turno, los brazos y las piernas de mamá están delgados
y arrugados, no hay indicios de que alguna vez tuvieron músculos, se destacan
dos rodillas enormes y los pómulos puntiagudos de su cara, el pelo largo y
pajizo y ya muy blanco está acomodado en un rodete que le hace la cara de un
pájaro, eso es, mirándola de costado parece un pájaro que espera, acomodo a
mamá en la silla de ruedas, le digo que pienso en comprarle unas chinelas
mejores, le muestro las Olympikus que llevo puestas, dice que sí, que puede
ser, cuando llegamos a la cocina se escucha el timbre, es la número 2, sé que
mamá no tolera a esta chica, dice que es una jovencita charlatana que no para
de hablar, mamá y la número 2 van al living, la número 2 le habla con cierto
entusiasmo, no escucho que mamá diga nada, cuando me sirvo un café pienso que
mamá me está dejando de lado por la número 1 y ahora por la número 2, mañana
además voy a conocer a la número 3 y a Vanina, la que le hace los masajes
linfáticos, creo que mejor me voy esta noche o mañana temprano, no encajo en
esta casa en la que mamá se lo pasa quejándose de las número 1, 2 y 3 pero anda
de acá para allá con ellas, quizás se queja para que yo no me sienta tan mal,
pero no tolero ese tipo de hipocresías, cuando ella habla de las número callo,
ahora que se fue la número 2 me dice que la chica le produce fastidio, y yo sonrío
por ese mimo que mamá me hace, decido quedarme otro día, todavía tenemos que
sacarnos esa foto.