lunes, 18 de enero de 2016

LE DIGO A MAMA QUE QUIERO QUE HOY NOS SAQUEMOS UNA FOTO



Le digo a mamá que quiero que hoy nos saquemos una foto, que la veo mejor, pienso que hace dos semanas, era año nuevo, apenas podía mover las piernas, mamá me mira y su mirada es tranquila y opaca, sus ojos han perdido el brillo, luego sonríe pero no dice que sí, tampoco dice que no, al rato llega la número 1, son las 8:35 de la mañana, según mamá llega tarde, es domingo y mi hermana se va a misa, nosotros seguimos tomando mate, saludo a la número 1 e intercambiamos algunas frases corteses, mamá me pregunta por mi trabajo, por mis hijos, yo le pregunto que novedades tiene, vuelve a mirarme desde la opacidad de sus ojos marrones, empieza a hablar de la número 2 y después de la número 3, son los números los que ocupan las horas y los días de mamá, pero lo hace en voz baja porque la número 1 anda cerca, hace un gesto con cierto disimulo y levanta las cejas, cuando se da cuenta que entendí vuelve a sonreír con cierta complicidad, la veo pasar a la número 1 que va de la pieza de mamá al baño y vuelve, parecería que está merodeando nuestra conversación y como mamá está de espaldas al pasillo no puede verla, evito decirle que sus temores de ser escuchada son reales, cuando la número 1 desaparece de mi alcance visual pienso que quizás en esos momentos esté buscando algún billete olvidado por mi hermana, o esté abriendo algún cajón de la cómoda en la pieza de mamá, hurgando debajo de la ropa que mamá no usa desde hace tiempo, desde ese día de octubre en el que ocurrió aquello y tuvo que dejar de usarla, ahora mamá solo usa camisones, tiene un camisón rosa, uno celeste y otro blanco que es el que tiene puesto mientras esperamos que la número 1 aparezca en cualquier momento en la cocina donde estamos tomando mate, me sobresalto cuando la veo de pie en el umbral de la puerta, mamá me mira y se queda quieta, demasiado quieta, tanto que me recuerda a un lagarto al sol, ni siquiera continúa con lo que me estaba contando, la número 1 pasa detrás de mí y sale al patio, pienso que está haciendo su pequeño show de trabajo delante de mí porque sabe que soy quién paga las horas que trabaja, mi hermana vuelve de misa, mamá va al baño con la número 1 y yo me voy a la calle, cuando vuelvo las encuentro a mi hermana, a mamá y a la número 1 conversando, hablan las cosas que pueden hablar tres personas que tienen cierta intimidad que no es precisamente lo que hablan las amigas, la número 1 me mira, se pone de pie y se va, y hay cierto alivio en mamá, almorzamos y después duermo una siesta de dos horas, me despierto, mi hermana duerme, mamá lee, me dice que ha vuelto a leer, que primero se fue el agua de las piernas, luego se fue el agua de su abdomen, al final el agua se fue de los pulmones, mamá no camina, la kinesióloga especialista en masaje para drenaje linfático dice que tiene miedo a caminar, que lo intente, yo le digo a mamá que la ignore, también tengo miedo que mamá vuelva a caminar, que se vuelva a quebrar, ver a mamá sentada en la cama no es un espectáculo bonito, su cuerpo de por sí menudo parece desaparecer entre los pliegues del camisón de turno, los brazos y las piernas de mamá están delgados y arrugados, no hay indicios de que alguna vez tuvieron músculos, se destacan dos rodillas enormes y los pómulos puntiagudos de su cara, el pelo largo y pajizo y ya muy blanco está acomodado en un rodete que le hace la cara de un pájaro, eso es, mirándola de costado parece un pájaro que espera, acomodo a mamá en la silla de ruedas, le digo que pienso en comprarle unas chinelas mejores, le muestro las Olympikus que llevo puestas, dice que sí, que puede ser, cuando llegamos a la cocina se escucha el timbre, es la número 2, sé que mamá no tolera a esta chica, dice que es una jovencita charlatana que no para de hablar, mamá y la número 2 van al living, la número 2 le habla con cierto entusiasmo, no escucho que mamá diga nada, cuando me sirvo un café pienso que mamá me está dejando de lado por la número 1 y ahora por la número 2, mañana además voy a conocer a la número 3 y a Vanina, la que le hace los masajes linfáticos, creo que mejor me voy esta noche o mañana temprano, no encajo en esta casa en la que mamá se lo pasa quejándose de las número 1, 2 y 3 pero anda de acá para allá con ellas, quizás se queja para que yo no me sienta tan mal, pero no tolero ese tipo de hipocresías, cuando ella habla de las número callo, ahora que se fue la número 2 me dice que la chica le produce fastidio, y yo sonrío por ese mimo que mamá me hace, decido quedarme otro día, todavía tenemos que sacarnos esa foto.