sábado, 16 de noviembre de 2013

ESTA MAÑANA

El cielo se parecía a un océano que reclamaba ser nadado, y lo curioso era que no me encontraba en la costa de ninguna playa, tampoco era el borde de un acantilado, estaba sencillamente en la ciudad.


Estar así era como sentirse al revés de algo, como la certeza de estarlo soñando sin el clásico temor a que un sonido cotidiano y reconocido, me colocara con los pies en la vida.
Me permití así nadar aquel mar que se descolgaba de mi pensamiento en el trayecto por el sueño,  y llegué. 
¿No escuchas el remolonear que la cerradura produce ante el contacto de la llave?
¿No ves acaso que estoy intentando abrir la puerta?