Hace unos años, creo que fue allá por el 2007, descubrí en casa de mis tías una carta. Una prima de España les había escrito. Al leer la carta quedé atrapado por la forma en que Ana se expresaba y también por esa caligrafía que con esfuerzo creaban sus casi noventa años. Pedí prestada la carta, y en un impulso le escribí.
Por supuesto que también lo hice de forma manuscrita sintiendo un placer remoto y casi olvidado: "Escribir una carta a mano y enviarla por correo postal".
Pasó un tiempo que resultó excesivo para el tipo de respuestas vía email a las que estamos hoy tan acostumbrados, pero al cabo de un par de meses llegó su misiva. Así comenzó esta relación epistolar que cuando la recuerdo me emociona. Ana falleció no hace mucho, nos habremos escrito, cinco, seis, siete cartas a lo sumo en esos años. No más. Sin embargo dejó en mi persona un recuerdo imborrable. Mucho más cuando su nieta Mar mientras me decía con un email que Ana había fallecido me contaba que les había pedido apenas unos días antes de morir: "Si me pasa algo por favor avísenle a Daniel".
Por eso escojo como cierre de un año muy bueno en lo personal estas palabras de Ana, a quién me hubiera gustado conocer personalmente.
Cuando lean parte de esta carta que no transcribí totalmente porque contiene cuestiones que son muy personales, quiero que se pregunten si esto no es acaso literatura, aunque Ana solo cuenta lo que le pasa y lo que recuerda cuando era chica, es decir Ana, la realidad, y la ficción, son uno, y se fusionan en la carta que sigue...
Gracias ANA.
Por supuesto que también lo hice de forma manuscrita sintiendo un placer remoto y casi olvidado: "Escribir una carta a mano y enviarla por correo postal".
Pasó un tiempo que resultó excesivo para el tipo de respuestas vía email a las que estamos hoy tan acostumbrados, pero al cabo de un par de meses llegó su misiva. Así comenzó esta relación epistolar que cuando la recuerdo me emociona. Ana falleció no hace mucho, nos habremos escrito, cinco, seis, siete cartas a lo sumo en esos años. No más. Sin embargo dejó en mi persona un recuerdo imborrable. Mucho más cuando su nieta Mar mientras me decía con un email que Ana había fallecido me contaba que les había pedido apenas unos días antes de morir: "Si me pasa algo por favor avísenle a Daniel".
Por eso escojo como cierre de un año muy bueno en lo personal estas palabras de Ana, a quién me hubiera gustado conocer personalmente.
Cuando lean parte de esta carta que no transcribí totalmente porque contiene cuestiones que son muy personales, quiero que se pregunten si esto no es acaso literatura, aunque Ana solo cuenta lo que le pasa y lo que recuerda cuando era chica, es decir Ana, la realidad, y la ficción, son uno, y se fusionan en la carta que sigue...
Gracias ANA.
Zaragoza Noviembre de 2008
Querido sobrino Daniel:
Recibí tu carta fechada el 31 de Agosto (que llegó a mis manos el 8 de Setiembre). No te pido disculpas por mi retraso, pues la verdad, es que te he dedicado muchas horas de mi poco tiempo libre, como puedes ver por las fotocopias que te adjunto.
Quiero que sepas todo sobre tus bisabuelos…, y sobre la marcha de tu abuelo a la Argentina, que tal vez no sepas y te interese saber.
…
Me dices que te gusta leer. En eso nos parecemos (aunque ahora, tan vieja, ocupada y torpe para andar, no me cunde el tiempo como antes y me queda poco para la lectura). Antaño leía en la cama a esas horas mágicas en las cuales no hay que hacer comidas ni fregotes, no llama nadie a la puerta, ni suena interrumpiendo el impertinente teléfono… Pero eso era antaño, hoy día todo me cuesta esfuerzo y acabo cansada y dolorida…
...
Me contó mi abuela que tía Antonieta, cuando era jovencita, mantuvo correspondencia, durante años, con su prometido, un joven Teniente destacado en Africa.
Mientras ella bordaba y bordaba haciendo su ajuar muy de exposición (primorosos bordados a mano, puntillas y encajes adornando lencería, ropa de cama y mesa, en cantidades exagerada, siguiendo la moda de entonces y la costumbre de la montaña).
Por fin un día todo estaba dispuesto para la boda. Se habían celebrado las amonestaciones, reunido los invitados, recibidos los regalos, contratados los músicos, el traje de novia, la comida semi-preparada, engalanada la Iglesia con flores blancas, los anillos, las arras… todo. Solo faltaba el novio.
Este escribía muy contento, decía haber ascendido a Capitán y obtenido mes y medio de permiso (para la boda y posterior luna de miel). Calculando cuanto le costaría cruzar la Península, de Algeciras al Pirineo, anunció su llegada para la víspera de la boda. Se le esperaba con ilusión e impaciencia, pero… no llegó.
Asi termina esta historia mientras veo muy cerca la Navidad y aprovecho esta carta para enviaros nuestra felicitación. Os deseo toda clase de prosperidades y salud y amor para disfrutarlas plenamente.
Con todo cariño, tía Ana.
Me contó mi abuela que tía Antonieta, cuando era jovencita, mantuvo correspondencia, durante años, con su prometido, un joven Teniente destacado en Africa.
Mientras ella bordaba y bordaba haciendo su ajuar muy de exposición (primorosos bordados a mano, puntillas y encajes adornando lencería, ropa de cama y mesa, en cantidades exagerada, siguiendo la moda de entonces y la costumbre de la montaña).
Por fin un día todo estaba dispuesto para la boda. Se habían celebrado las amonestaciones, reunido los invitados, recibidos los regalos, contratados los músicos, el traje de novia, la comida semi-preparada, engalanada la Iglesia con flores blancas, los anillos, las arras… todo. Solo faltaba el novio.
Este escribía muy contento, decía haber ascendido a Capitán y obtenido mes y medio de permiso (para la boda y posterior luna de miel). Calculando cuanto le costaría cruzar la Península, de Algeciras al Pirineo, anunció su llegada para la víspera de la boda. Se le esperaba con ilusión e impaciencia, pero… no llegó.
En su lugar se recibió la noticia. Fue una de las víctimas mortales de un choque de trenes. La novia quedó/ imagínate/ Decía haber comprendido que Dios no la quería casada y… prometió seguir soltera.
Con todo cariño, tía Ana.