RACIMO, Diego Zúñiga
Literatura Random House, 248 páginas
Novela
por Daniel Fuster
Definición: La violencia de género es un tipo de violencia física o psicológica ejercida contra cualquier persona sobre la base de su sexo o género que impacta de manera negativa su identidad y bienestar social, físico y/o psicológico.
Compré la novela sabiendo que tenía por delante un viaje de muchas horas a la ciudad de Córdoba. Y que con los kilómetros por recorrer, dispondría del tiempo necesario, para pensar y reflexionar sobre el contenido y la forma en la que el autor desandaría algo tan doloroso y vigente, como es la violencia de género.
Compré la novela sabiendo que tenía por delante un viaje de muchas horas a la ciudad de Córdoba. Y que con los kilómetros por recorrer, dispondría del tiempo necesario, para pensar y reflexionar sobre el contenido y la forma en la que el autor desandaría algo tan doloroso y vigente, como es la violencia de género.
“Un cuerpo a un costado de la carretera: una
silueta, el pelo largo hasta la cintura, una mochila, un jumper, los focos del
auto que la iluminan en medio del desierto, de la noche.”
Así comienza la
novela de Diego Zúñiga, un escritor de 28 años que tiene cara de chico, y en
las fotos se lo ve casi siempre sonriendo, o mirando a la cámara con cierta
picardía. La novela que acaba de llegar a la Argentina, “Racimo”, es una novela
sobre la violencia. Una violencia que está basada en hechos reales ocurridos en
Chile en la década del ´90.
Un pueblo
receloso de la gente de afuera recibe a Torres Leiva, un fotógrafo de bautismos
y casamientos, quién ha llegado a Iquique a probar suerte en el diario local. Esta
es la voz que el autor utilizará para mostrarnos una ciudad y sus alrededores, marcados
por la pobreza, sitios donde es preferible no vivir, donde los que llegan, casi
siempre lo hacen pensando que están de paso, y si llegan a quedarse es porque
no tienen alternativa.
“Piensa en cómo hubiera sido sacarle fotos a
ella ahí, tirada a un lado de la carretera. Esa imagen se repite y se va a
repetir por mucho tiempo en su cabeza.”
El fotógrafo va
cubriendo notas para el diario, y mientras esto hace pasan cosas al parecer
irrelevantes, poca cosa. Un perro ladra en la hora de la siesta. Un almacén
cerrado. Un control de carabineros. Una persona que mira desde una ventana. Y
sol. Y viento. Y calor. Y el desierto cerca, cada vez más cerca.
“El sol empieza a bajar, despacio. Los
colores cambian. El sabor de la tierra en la boca. Torres Leiva lo mira, pero
finalmente el carabinero no dice nada. Se sube al auto y parten hacia las
fábricas. Se llevan el bolso con su cámara.”
Algunas chicas
del liceo Pedro Prado de edades entre los 12 a los 15 años desaparecían. La
gente las busca por los alrededores. La policía hace muy poco al respecto.
“Esa noche fueron a Carabineros a poner la
denuncia, pero les dijeron que esperaran, que quizás estaba en la casa de
alguna amiga o de algún familiar y que ya iba a regresar. Pero no regresó.”
Entonces ocurre
algo. El fotógrafo se topa en la carretera con una “niña”, así las nombra el
autor en la voz de los periodistas, de Torres Leiva, de García. Así las nombran
los familiares, los amigos: “la niña”, “las niñas”. Así las seguirán nombrando
siempre, incluso cuando se encuentre al responsable, cuando se lo sentencie, y
sin embargo, y a pesar de que un padre, una abuela, un tío, las sigan llamando
así, hace tiempo que han dejado de serlo.
“La
niña respira, pero no abre los ojos. Hay un sueño –en el sueño de Ximena- una
historia de horror, piensa Torres Leiva, un relato quebrado y lleno de miedos,
un lugar imperfecto, el viaje que nunca podrán reconstruir.”
Contada en la
primera persona del fotógrafo, la novela avanza mostrando una realidad de ciudades
lejanas de la capital. Lugares que han ido surgiendo debido a la explotación de los recursos locales. Sitios que han ido
adaptándose a la rigurosidad del clima y también a la soledad de sus gentes.
Porque si algo está presente a lo largo de la novela es ese silencio abrumador de
los pobladores, y el menosprecio de una policía conscientemente inoperante.
Diego ZÚÑIGA, un
escritor para seguir descubriendo.