Hay un tramo del recorrido del tren que tomo a diario para ir a trabajar, que se encuentra saliendo de Floresta en dirección a Once, en el que por unos momentos breves, apenas unos instantes y dependiendo de la velocidad a la que marcha el tren, puede verse un muro de ladrillos rojos muy alto y parte de la zona baldía cercana a las vías. Si uno alza la vista, para lo cual hay que acercarse a las ventanillas del tren, puede verse en lo alto de esa pared, el fondo de las casas del barrio. Esos momentos del viaje me recuerdan el cuento “Final del Juego” de Julio Cortázar.
El dibujo corresponde a Francisco de 11 años, el hijo de un amigo
Agosto es el mes en el que nació Julio Florencio Cortázar, hace ya cien años, y también en Agosto festejamos el día del niño. Me pareció bueno recordarlo así, con un cuento que incluye la palabra JUEGO.
El que nunca dejó de JUGAR.
Ni siquiera hoy.
Tampoco mañana.
No Julio, equivocaste el título. Jamás hay final del juego.
Unos
párrafos del cuento y donde encontrarlo para quién quiera leerlo.
“Lo
que cuento empezó vaya a saber cuándo, pero las cosas cambiaron el día en que
el primer papelito cayó del tren.
< ... >
Fue un martes cuando cayó el
papelito, al pasar el segundo coche. Cayó muy cerca de Holanda, que ese día era
la maledicencia, y rebotó hasta mí, era un papelito muy doblado y sujeto a una
tuerca.”