imagen: Antigua estación de Ituzaingó hacia el año 1874
El ambiente en
el que nos encontramos es acogedor. La mesa y las sillas donde nos sentamos son
sólidas y de un tinte marrón oscuro. Me ubico mirando hacia la ventana que da a
un patio, observar el verde de ese patio me distiende. Rolando comienza a
hablar sin premura. Hilvana cada una de las frases con sumo cuidado, y por
momentos parece distraerse, la memoria se queja sin mucho esfuerzo, cuando
tengas más años te va a pasar igual, le digo que ya me pasa. Estamos en el Museo Histórico de Ituzaingó “Clarisse
Coulombie de Goyaud”, que convive con la vida diaria de Rolando porque ahí
vive con su familia. Me cuenta del Museo, y al principio no se quita los
lentes, cuando lo hace y mientras me habla, mira mucho más lejos de la
conversación que estamos manteniendo. Llega un hijo a
la casa y me presenta, también llega su señora y nos presenta. Me siento cómodo
y lo escucho con atención. Me han invitado a un encuentro de Museos en 9 de
Julio, elegí Malvinas como tema para la ponencia, dice rápido. En qué puedo
contribuir, pregunto. Ya va, ya voy a llegar me dice para que tenga paciencia.
En un intervalo
que se hace entre los titubeos de su memoria y mi espera, le doy el libro que
le traje de obsequio, él me entrega uno de los suyos. En La dama del plumero (Premio Municipal Bicentenario de Morón) voy
a descubrir a Mamina, voy a disfrutar de una escritura sensible, y voy a
comprender también porqué el museo lleva el nombre de Clarisse.
Rolando vuelve a
repasar las circunstancias previas que considera necesarias para contarme
porqué me ha convocado..., comienza a contarme sobre Juan
Carlos Moreno, un historiador del siglo XX, un hombre que se interesó por
las Islas Malvinas, por su historia y por su realidad, un hombre que viajó en
varias oportunidades a las islas entre los años treinta y setenta, un hombre
que recibió post mórtem el premio Santa Rosa de Ituzaingó. Y entonces aparece en la conversación una
caja de cartón antigua. Esta caja fue encontrada por Rolando Goyaud hace
unos años, en la casa que habitó Moreno cuando vivió en Ituzaingó y que sus
descendientes al “vaciarla” de muebles y pertenencias, olvidaron en esa
vivienda de la calle Mansilla, una caja plena de testimonios fotográficos y
escritos del historiador sobre sus viajes a las Islas Malvinas. Rolando, mientras
la acerca dejándola a mi alcance, me observa y parece medir mis reacciones.
Levanta su tapa y saca un grupo de fotografías atadas por una banda elástica. Recorro
una por una esas fotografías y cada tanto leo la descripción que ha hecho
Moreno al dorso de las mismas. Un libro, una partida de nacimiento... hechos y novedades de los años sesenta que desconozco, que
muchos desconocen. Rolando me
extiende además unas fotocopias de un trabajo en edición, mientras me cuenta lo
que ha surgido de la lectura de los papeles encontrados en esa caja, la
posición de Gran Bretaña, la de los isleños, la siempre displicente y
cuestionable perfomance de nuestros diferentes gobiernos en aquellos años, y
mientras escucho pienso lo que he pasado como ex combatiente en el conflicto de
Malvinas cuando estuve bajo bandera en 1982, le digo que a pesar de haber transcurrido
treinta años aún no logro desprenderme de cierta emoción que me atraviesa
cuando estos temas tocan su recuerdo.
Me gustó conocer a Rolando Goyaud, tomar un café y conversar con él rodeados de objetos y presencias del
pasado de Ituzaingó, me gustó la historia de la caja encontrada y ver esas
fotos en blanco y negro, me gustó escuchar de Rolando el motivo por el que me convocó. Estas líneas. Yo leo y escribo
ficción, y muchas veces descubro que lo que llamamos historia la supera. Creo que este es el caso, y cuando gano la
calle -está fresco y ha comenzado a anochecer-, pienso que 1982 podría no haber
ocurrido. Camino hacia mi casa y mientras voy sorteando las baldosas rotas de
las veredas una agradable pero extraña sensación
que no puedo adjetivar, me envuelve.
biografía de Rolando Goyaud
http://es.wikipedia.org/wiki/Rolando_Goyaud
1 comentario:
no hace falta conocer a RGayaoud, ni el lugar, se adivina cierta magia en el relato, desde esa hermosa imagen antigua. Estela.
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