y el pecho vibra en cada palabra que ha estado ausente, en cada caricia que no ha sido deseada, el viento del atropello ha hecho de mis órganos un desperdicio, ni sueño ni tengo vigilia, mi estado es nuevo para la raza humana a la que alguna vez pertenecí, ajeno, emigrado y roto, vadeo el día de sol a sol y gruño, reniego porque de esa forma me sostengo atento y eficiente al sentimiento que ablanda, me alimento de baches y de charcos, ellos doblan mis tobillos y ensucian mi ropa.
Me llamo Nervio y la cuerda de mis venas fueron elásticas y calientes ante la torpeza del amor, no puedo escuchar la melodía que surge de un beso o el grito de un abrazo, el rechazo surge arqueándome el cuerpo y disparo la flecha de mi mirar que atraviesa el entendimiento, y nadie se explica el porqué, más a mí no me importa.
Me llamo Nervio y a mi paso todo se vuelve gris y macilento, el huracán de mi pisada recorre la ciudad buscando estrépitos y molienda, huyen las bondades del mundo cuando es mi hora, y solo tolero escombros ante mí.
Me llamo así.
Y espero ]…[ y acecho
4 comentarios:
la imagen sin cabeza ni pies, el nudo de los brazos, todo un nervio. muy bueno.
Agustina
inquietante, ciertamente inquietante.
Carlos
Muy bueno. Lleno de imágenes y símbolos. Para releerlo. Alberto
Nervio, y a pesar de todo lo que presupone Nervio, curiosamente no significa estar nervioso, interesante.
una Seguidora
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