Consejera espiritual vidente dice el aviso que el tipo me
dio ayer en la esquina de Chiclana y O´Higgins. Lo guardo, no suelo tirar estos
papeluchos a la calle, prefiero llegar a casa, leerlos, ver que provecho puedo
sacar. Pienso que anoche dormí bien mientras escucho el ronquido de
mamá. Amanece en el patio. El agua del mate se ha enfriado. El pedazo de queso
que estoy masticando está muy salado. “Señora Lucía Cruz, lectura de Tarot y
Caracoles”, caracoles, eso sí que es nuevo. Mi hermana se levanta y pregunta si
le di la pastilla, le digo que no. Dice que anoche pidió menos, si estoy seguro
que no se la di. Vuelvo a decirle que no pero ya no estoy tan convencido. Sorbo
el mate lavado para enjuagarme la boca del regusto a queso. “No te resignes al
fracaso, visitame hoy, con tu fé y mis conocimientos te guiaré por el camino
del éxito”, eso dice Lucía Cruz en el papelucho, estoy tentado de llamarla. A mi
hermana y a mí nos vendría bien un poco de buena leche. El cielo de la ventana
está para llover y no hay viento. En la cocina, sobre la mesada quedan los rastros de la noche. Un vaso de agua por la mitad, fósforos, una jarra y pastillas de colores, también los guantes de látex en un bollo al lado del pan. Son las seis de la mañana y mamá llama desde la
pieza.
“No te resignes al fracaso, visitame hoy”.
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