En el patio tengo un limonero, yo creo que debe estar sufriendo, no me cuenta, no me dice que le ocurre, pero ha ido perdiendo el verdor, y las desdichas le han ido apareciendo por las cicatrices de la corteza, yo le pregunto pero no me responde, las hojas a pesar de estar en primavera se le han puesto amarillentas y alguna que otra rama se le ha secado.
He consultado con especialistas y nadie le encuentra remedio. Probé rociándolo con medicamentos, le removí y aboné la tierra agregándole hueso molido, me tomé el trabajo de eliminarle la cochinilla y los pulgones hoja por hoja, delicadamente le retiré retazos de corteza sueltos comos si fueran costras muertas, le injerté algunas cápsulas de alegría y nada, y encima está la primavera con su humor tan variable y cargada de desencantos –por el clima digo- que no contribuye para nada a su recuperación.
Un señor que tenía un aspecto muy amable me dijo:
"Lo que ocurre es que este limonero estuvo perdidamente enamorado de un colibrí que buscaba su néctar y como todo colibrí que no puede estarse quieto, se ha marchado a recorrer el barrio en busca de algún otro limonero, seguramente algún día volverá.", y la explicación me pareció muy acertada. Pensé: quién no sucumbiría al aleteo y a la magia de esos pajaritos.
"Lo que ocurre es que este limonero estuvo perdidamente enamorado de un colibrí que buscaba su néctar y como todo colibrí que no puede estarse quieto, se ha marchado a recorrer el barrio en busca de algún otro limonero, seguramente algún día volverá."
Estimado caballero –continuó diciéndome el hombre- este limonero para que Ud. me termine de comprender, ha sufrido un show de realidades que no hay forma de curar sino con nuevas primaveras, ésta ya se encuentra en su etapa final y es muy improbable que vuelva el colibrí en busca del néctar que al limonero ya se le está muriendo.
Miré al limonero antes de entrar a la casa hoy a la noche y necesité volver sobre mis pasos, me quedé un momento a su lado compartiendo su pesar por ese amor, me sentí intranquilo y a la vez maravillado de que algunos amores aunque efímeros se dieran entre especies tan diferentes, un ser “atado” a la tierra, y el otro… “infiel” con el corazón aleteando en el viento.
Perséfone! Oíme Perséfone! Me oís?
Volvé que siempre alguien te va a estar esperando!
4 comentarios:
ay Dani que historia tan linda... nos vemos en el taller
cariños Sil
Bonita imagen la que elegiste para
esta conmovedora historia
que has escrito hace tiempo ya
y que leí más de una vez .
Siempre me quedará la duda de si
la pluma del que escribe no será
del colibrí , a pesar de sentir
un delicioso aroma a fresco limón
en tu relato.
Gracias DEBORAH! Estaremos el 4 de Jul en la Bibl.Nacional en la presentacion de tu libro Papando Moscas, curioso nombre que invita a leerlo. Te mando un abrazo Daniel
Una historia de tres. Un àrbol, un pàjaro y un ser humano. Todo es posible en la realidad poètica. Alberto
Publicar un comentario