En un cuento moderno cae la tarde, las
sábanas riegan el piso, y nuestra ropa se encuentra amontonada en el único sillón
de la habitación. Una luz roja ha quedado sin apagar sobre la puerta, y acabamos
de hacer el amor.
En un cuento moderno tenemos la edad que supera este tipo de
aventuras y nos reiremos generosamente de lo que dicen y piensan al respecto los
amigos.
En un cuento moderno llegaremos hasta
acá sin pensarlo mucho y con el deseo en el cuerpo, sin embargo después de haberlo
hecho, creeremos que quizás así sea el amor, y que tal vez estemos después de
todo enamorados.
En un cuento moderno me dormiré sin darme cuenta, y vos lo intentarás, pero permanecerás despierta y nostálgica a mi lado. Me despertaré y te besaré, dirás que no han pasado más de cinco
o de diez minutos, y nos iremos a duchar, primero yo, y luego vos.
En un cuento moderno te contaré como
anda mi trabajo, me hablarás de algún lugar nuevo en el que fuiste a bailar el
tango. Charlaremos de nuestros hijos con precaución y evitando ir más allá de
otras filiaciones, rodeándolas con el lenguaje, callándolas con los besos.
En un cuento moderno la chica de la
caja nos escuchará reírnos y nos verá felices, iremos hasta el auto abrazados, y volveremos a extraviarnos
en calles reconocidas, manejarás relajada y distraída y los coches tocarán una
bocina que no escucharemos.
En un cuento moderno el presente será hermoso
y el futuro no existirá, y el beso que nos daremos al despedirnos será un tajo en
algún lugar de nuestros cuerpos, y lo que pudo ser y no fue será mucho más real que en un cuento moderno.
Ilustración: "Love Vibrations" de Leonid Afremov
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