jueves, 12 de junio de 2014

EL MUNDO CORTAZAR, homenaje en el día del Escritor

“Pero existe algo que el tiempo no puede, a pesar de su innegable capacidad destructora, anular: y son los buenos recuerdos, los rostros del pasado, las horas en que uno ha sido feliz”. 
de Julio Cortázar, en una carta de 1939, tenía 25 años.



Es tan vasto el universo literario de CORTAZAR, que me pareció mejor concentrarme en una etapa de su vida. Elegí apenas un pedacito que transcurre en la localidad de Banfield cuando con cinco años llega con su familia a la Argentina en 1919 y se establecen en esa localidad. Hoy la casa original no existe y hay un cartel indicador con la referencia de que allí vivió Julio Cortázar.

Cortázar empieza segundo grado con 10 años de edad, la escuela primaria en esos años comenzaba a los 8 años. Aparentemente el retraso se debió a que su madre intentó anotarlo en otra escuela. Testimonia Nicolaza Frega, una compañera de Julio cuando tenía 14 años: “Era hermoso, muy blanco. Tenía unos ojazos azules que bailaban solos. Estaba siempre impecable. Jamás se lo veía sin corbata, era muy prolijo. Y tenía un acento muy particular, con un gangueo como el de los franceses al hablar.”

El fondo de la casa era muy amplio, había árboles frutales y también algún sauce. En los fondos existía un potrero donde se jugaba al fútbol. El frente de la casa estaba protegido por una pared baja. Julio tenía un amigo muy querido a quién llamaba Doro, que vivía también en Rodríguez Peña pero en la vereda de enfrente.
Extracto del cuento Deshoras, “Estaba seguro de que entre mis amigos había pocos que recordaran a sus compañeros de infancia como yo recordaba a Doro, [...] Tan inseparables habíamos sido en esos tiempos del sexto grado, de los doce o trece años, que no era capaz de sentirme escribiendo separadamente sobre Doro, aceptarme desde fuera de la página y escribiendo sobre Doro. Verlo era verme simultáneamente como Aníbal con Doro, y no hubiera podido recordar nada de Doro si al mismo tiempo no hubiera sentido que Aníbal estaba también ahí en ese momento, [...] Y con todo eso venía también Banfield, claro, porque todo había pasado allí, ni Doro ni Aníbal hubieran podido imaginarse en otro pueblo que en Banfield donde las casas y los potreros eran entonces más grandes que el mundo."


En  el cuento Los venenos Cortázar recrea otros aspectos de su vida: "El sábado tío Carlos llegó a mediodía con la máquina de matar hormigas. El día antes había dicho en la mesa que iba a traerla, y mi hermana y yo esperábamos la máquina imaginando que era enorme, que era terrible. Conocíamos bien las hormigas de Banfield, las hormigas negras que se van comiendo todo, hacen los hormigueros en la tierra, en los zócalos, o en ese pedazo misterioso donde una casa se hunde en el suelo, allí hacen agujeros disimulados pero no pueden esconder su fila negra que va y viene trayendo pedacitos de hojas, y lospedacitos de hojas eran las plantas del jardín, por eso mamá y tio Carlos se habían decidido a comprar la máquina para acabar con las hormigas".

Cuando uno lee una frase o un párrafo de un cuento cualquiera de Cortázar siente enseguida que le hace bien, y hace tanto bien que se nos clava una sonrisa en la cara. "Volvé Cortázar, total que te cuesta" (Sic).

NOTA: algunos tramos de lo que aquí se incluye forman parte de una exposición que va a ser llevada a cabo en el Auditorio de la Municipalidad de Ituzaingó, el 13 de Junio de 2014, con motivo del día del Escritor.






4 comentarios:

Anónimo dijo...

Entrañable Daniel, Carla.

Anónimo dijo...

Me parece muy buena síntesis. Pero te deja con el deseo de saber mas.Ricardo

Anónimo dijo...

lindísimo, cariños, Marcela

Anónimo dijo...

La presentación estuvo muy bien. Cariños. Julia