El cielo de esta mañana se parecía a un océano que reclamaba ser nadado, y lo curioso era que no me encontraba en la costa de ninguna playa, tampoco era el borde de un acantilado, yo me encontraba sencillamente en la ciudad.
Estar así era como sentirse al revés de algo, como la certeza de estarlo soñando sin el clásico temor a que un sonido cotidiano y reconocido, me colocara con los pies en la vida.
Me permití así la conquista de aquel mar en aquel trayecto por el sueño, que se descolgaba por mi pensamiento y llegué.
¿No escuchas el remolonear que la cerradura produce ante el contacto de la llave?
¿No ves acaso que estoy intentando abrir la puerta?
4 comentarios:
que combinación interesante de imagen y palabras, Mirta
la Puerta, que buen símbolo para este breve relato. Muy simple. También de una claridad extrema.
Ricardo
Qué lindo Daniel, un beso Sil
cuanta poesía, bien Daniel! Alberto
Publicar un comentario