sábado, 30 de abril de 2011

CARTA A ERNESTO SABATO

Hoy falleció Ernesto Sabato, y la noticia me llenó de melancolía. Recordé que hace unos pocos años intenté conocerlo, y creo que nada más oportuno en estos momentos a modo de homenaje recordarlo con esta carta que le escribí.

12 de Enero de 2008

Sr. Ernesto Sabato
Langeri 3135
Santos Lugares

Estimado Ernesto, hoy amanecí con la idea de concretar lo que vengo meditando desde hace un tiempo, y esto es el conocerlo, el animarme a visitarlo, el poder estrecharle una mano y escucharle la voz, salí muy temprano de mi casa en Ituzaingó sin tener muy en claro como llegar a Santos Lugares ,tomé trenes y colectivos y finalmente desde la estación de Caseros remonté siguiendo la vía hasta llegar a su casa.

Cuando caminaba las últimas cuadras pensaba, estas calles no delatan para nada la gente que pueda vivir en ellas, Langeri, es una calle de barrio como cualquier otra, Santos Lugares un lugar en el mundo como cualquier otro, un club enfrente, un kiosco, ni siquiera alguno de sus vecinos ocasionales conocen quién es uno de sus vecinos ilustres, y qué bueno que esto así fuera, mientras continuaba acercándome y pensaba como abordarlo, si tendría que llamar con las palmas, si golpear o tocar el timbre, no suelo hacer esto habitualmente, pero hoy el impulso de otrora tomó madurez, atrevimiento y lo hice, y toqué su timbre. Primero en la casa de al lado porque como le decía algún vecino confundió las casas o quizás yo las confundí y luego sí, en la casa correcta me atendió una voz amable y cordial diciéndome que lamentablemente su salud ya no es buena, claro 96 años, noventa y seis años...

Se puede seguir disfrutando de la vida en esos momentos, cómo, con qué cosas, se puede sentir pasión aún, por la vida, por la gente, por una mujer, por los recuerdos, se teme partir o... ya nada importa y se quiere partir, cada día resulta una hoja más de un libro que no se escribe, qué se lee, qué le leen, se ponen más amarillas las hojas de los libros, cómo son sus pensamientos Ernesto, escribe dictando o ya no lo hace, no hay ya interés, hay fin, hay después, me gustó le decía llegar caminando por el barrio que debe haber recorrido tantas veces, me dicen que ya no, que irremediablemente ya no se levantará, es duro saber eso, Ud. lo sabe, pero es un hombre aguerrido, su físico es frágil, más ahora, más aún con noventa y seis años, pero en muchos sentidos Ud. es, fue un hombre enorme, expresando con la palabra la conmoción de la mente, o los horrores de la vida, su visión me ha conmovido, me ha inundado muchas veces de tristeza y aún así, aún así vivo con ganas, quizás triste sí, o melancólico, pero no es acaso la naturaleza humana recuerdos y nostalgias y efímeros atisbos de alegrías, no son sino esos bramidos de la vida que como la primavera explotan de colores, de sabores, de olores, de sonidos y de sensaciones; no son esas situaciones las alegrías que nos permiten sostenernos, escribir lo que Ud. escribe, o lo que yo intento.

Ah! vivir como uno piensa, que fácil se escribe que difícil que resulta, titánico, a cada momento debemos recapacitar para no hacer algo que pueda afectar a otros, le llegan acaso los reproches en el ocaso por vivir como Ud. vivió, de sus amigos, de los que lo ayudaron, de su familia, de Ud.... no le creería si pudiendo conversar me diría que no, andamos con el pensamiento sacudido de reproches recibidos o intuídos, quién no, somos mezquinos, pensamos que nos reprochan y nosotros nos la pasamos haciéndolo de una forma tan simple como la que usamos para respirar.

No puedo mentirle, y no le voy a mentir Ernesto, leí unas cuántas cosas suyas que ya no recuerdo, no me han gustado sus ensayos, en general no me atraen los de ninguna clase, vi entrevistas, publicaciones, sus diálogos con Borges, me impresionó su vida, la que tuvo, la que tiene, ambas mucho más que la ficción que no llegué a comprender, pero que si me cautivó y es que acaso no puede ser así, hay incoherencia en esto, porqué es necesario creer que hay que comprenderlo todo, porqué..., Ud. vivió realmente como pensaba y ello se nota, muchos creemos intentarlo y hasta lograrlo, nos animamos o simulamos que lo hacemos, Ud. no, somos débiles pero tenemos salud, somos aún jóvenes, yo tengo menos que la mitad en años de los que Ud. vivió y mucho menos, muchísimo menos de los que Ud. vivió como pensaba y también lo he visto cambiar, adaptarse y no por ello ser menos o transigente, eso es valentia.

Lo aprecio, llegué a apreciarlo por su modesto andar por la vida, llegué a estimarlo por sus opiniones, y llegué a admirarlo por encontrar lo que significa que un hombre pueda llevar una vida adelante de acuerdo a como piensa sin entender de consecuencias.

Me han dicho que llame a su secretario el próximo miércoles, así lo haré, ojalá le lean estas palabras, ojalá me permitan saludarlo, ojalá pueda por esta manía y debilidad que tenemos los humanos traerme algo, unas palabras, un papel, que se yo, algo que como una pequeña piedra brille en la oscuridad y me permita apretarla cada vez que mi mundo lo necesite.

Un abrazo

Daniel Fuster

1 comentario:

Besame otra vez, Ingrid dijo...

Que grato me resulta leer estas íntimas confesiones. Admirar a una persona no significa estar de acuerdo con sus conclusiones. Es posible sentir que alguien pueda mantener sus ideas aún en un medio hostil. ALBERTO